Griega
Es la
arquitectura producida por los pueblos de habla griega (pueblo helénico) cuya cultura floreció
en la península griega y en ,
las islas del Egeo, y en las colonias de Asia Menor y
en Italia por un período de alrededor del 900 a. C. Hasta el siglo primero d .C.,
con las primeras restantes obras arquitectónicas que datan de alrededor del año
600 a. C.
La
arquitectura griega antigua es la más conocida por sus templos,
muchos de los cuales se encuentran en toda la región, sobre todo como ruinas,
pero muchos intactos sustancialmente. El segundo tipo importante de
construcción que se conserva en todo el mundo helénico es el teatro al aire libre, con la primera data
de construcción del año 350 a.C. Otras formas arquitectónicas que aún se
encuentran en evidencia son la puerta de entrada procesional (propylon),
la plaza pública (ágora), rodeada de pisos con columnatas (stoa), el edificio del
Ayuntamiento (bouleuterion), el monumento público, la tumba
monumental (mausoleum)
y el stadium.
La
arquitectura griega antigua se distingue por sus características altamente
formalizadas, tanto de estructura y decoración. Esto es particularmente cierto
en el caso de los templos donde cada edificio parece haber sido concebido como
una entidad escultórica dentro del paisaje, con mayor frecuencia planteado en
un terreno elevado para que la elegancia de sus proporciones y los efectos de
la luz sobre sus superficies puedan verse desde todos los ángulos .Nikolaus Pevsner se refiere a "la
forma plástica del templo [griego] ..... Colocado ante nosotros con una
presencia física más intensa, más viva que la de cualquier edificio
posterior".
El
vocabulario formal de la arquitectura de la antigua Grecia, en particular la
división del estilo arquitectónico se define en tres órdenes bien definidos: el orden dórico,
el orden jónico y el orden
corintio, teniendo efecto profundo en la arquitectura occidental de
épocas posteriores. La arquitectura de la Antigua Roma surgió de la de Grecia y
mantuvo su influencia en Italia ininterrumpida hasta nuestros días.
A partir
el Renacimiento, avivamientos del clasicismo han mantenido viva no sólo las
formas precisas y ordenó a los detalles de la arquitectura griega, sino también
su concepto de la belleza arquitectónica basada en el equilibrio y la
proporción.
Los
sucesivos estilos de la arquitectura neoclásica y de la arquitectura del
renacimiento griego siguieron y adaptaron antiguos estilos griegos de manera
cerca
ARQUITECTURA GRIEGA |
La arquitectura griega
clásica está representada, fundamentalmente, por templos, pues
se desarrolló en torno a los santuarios, siendo los principales los de Olimpia, Delfos,Atenas, Eleusis, Delos, Epidauro, Mileto, Éfeso y Selinonte.
El formato estándar de los edificios públicos griegos se conoce a través de los
ejemplos supervivientes tales como el Partenón y
el Hefestión de Atenas, el grupo de
Paestum, el complejo de templos de Selinunte (Selinus) y los
santuarios de Agrigento.
El templo era la forma
más conocida y frecuente de arquitectura pública griega, pero no cumplía las
mismas funciones que una Iglesia moderna. El altar estaba al aire libre en el témenos,
a menudo directamente delante del templo. Los templos servían como depósitos de
tesoros asociados al culto del dios al que se dedicaban, como lugar donde
permanecía una imagen de culto a
veces de gran antigüedad, pero a menudo desde los tiempos de Fidias era
asimismo una gran obra de arte. El templo era un sitio para que los devotos
depositaran sus ofrendas votivas, tales como estatuas, yelmos y
armas. La habitación interior del templo, la cella, servía así principalmente como una
cámara acorazada y una despensa. Puesto que no estaba pensado para alojar a los
fieles, no precisaba que fueran de grandes dimensiones, ni tampoco elevarlos.
Se concebían para ser vistos desde fuera.
El templo primitivo de
los siglos VII y VI a. C. es
de ladrillo y madera. Un
ejemplo es el templo de
Apolo en Corinto, que a pesar de estar construido ya en piedra,
desprende una impresión de arcaísmo las robustas columnas, muy próximas entre
sí. La mayor parte de los edificios estaban hechos con caliza o toba calcárea,
que Grecia tiene en abundancia, que se cortaba en grandes bloques y se
preparaba. El mármol era un material de construcción caro en Grecia: el mármol
de alta calidad sólo provenía del monte
Pentélico en Áticay
de algunas islas como Paros, y su transporte en bloques grandes era difícil. Se
usaba principalmente para la decoración escultórica, no para la estructura,
excepto en edificios muy grandes del período clásico como el Partenón
El
templo griego
El templo pudiera
haber tenido origen en el megaron,
sala rectangular precedida por un pórtico de columnas (estilos), existente en la casa micénica y
que era la habitación más importante de la casa griega y santuario de los
dioses familiares, tal como lo describe Vitrubio.
En las invasiones y guerras, los ganadores derruían el palacio del rey vencido,
pero respetaban el megaron puesto
que era la casa del dios de la región. Así, el templo más antiguo era el in antis, que tiene todo el aspecto
de ser una habitación que ha perdido la casa que tenía alrededor.
Son construcciones arquitrabadas que
se alzan sobre una plataforma con gradas (krepis o krepidoma),
llamándose estilóbato al último escalón. La planta definitiva del templo griego
constaba de un local llamado cella,6 un
espacio interior, de forma rectangular, que constituye el núcleo de la
construcción. Tiene una sola abertura, la puerta, sin ventanas. A veces el
templo tiene dos cellas, con las puertas en las fachadas principales, las más
cortas, y en este caso cada cella suele estar dedicada a una divinidad
distinta.
Delante de la cella
estaba la pronaos o
pórtico de columnas.
Al templo así
configurado se le fueron añadiendo columnas delante, detrás o incluso
rodeándolo por todos lados. Según cómo se coloquen las columnas, el templo se
llama de distinto modo: in antis,
el que prolonga los muros laterales de la cella hacia la fachada, cerrando el
vestíbulo por los lados. Templo próstilo es el que tenía, además de las dos
columnas conjuntas, otras dos enfrente de las pilastras angulares con lo que,
en definitiva, presentaba cuatro columnas en la fachada principal; se le
considera el de segunda especie entre los antiguos. Anfipróstilo es
el edificio con pórtico y columnas en dos de sus fachadas, es decir, en la de
delante y la de detrás; un ejemplo es el pequeño templo de Atenea Niké. Se dice períptero del
templo clásico rodeado por columnas que deja paso entre estas y el muro, es
decir, aquel con columnas en todo el perímetro; un ejemplo de templo períptero
es el Partenón.
Por último, díptero se
llama al templo al que rodea una doble fila de columnas.
Tholos,
en Delfos
Tenían siempre en las
fachadas principales (las más cortas) un número de columnas par, y dependiendo del
número de columnas se llaman de distinta manera: cuando tiene cuatro,
tetrástilo; si son seis, hexástilo; si son ocho, octóstilo; si fueran diez,
decástilo y con doce, dodecástilo.
De este modo, se marca el eje con un hueco. Las columnas de los lados, sin
embargo, eran impares, habitualmente el doble que en las principales más una.
Se pueden encontrar,
además, otras denominaciones en referencia a los templos griegos: hipetro quería
decir sin techo;pseudoperíptero se
llamaba al que tenía columnas adosadas en los lados; y áptero, al templo sin columnas.
En general, los
edificios tenían planta rectangular, pero hay algunos casos de templos
circulares (tholos). Monóptero era la denominación
que recibía el templo circular. El ejemplo más conocido es el de Teodoro, en Delfos,
dedicado a Atenea Pronaia.
Las columnas sostenían
el entablamento sobre el que se alzaba la techumbre a
dos vertientes. Este tejado dejaba a los lados dos triángulos (frontones) cuyo interior (tímpano) se decoraba. Los griegos techaron
sus edificios con vigas de madera cubiertos con tejas de terracota y,
ocasionalmente, de mármol. Comprendían los principios del arco de mampostería,
pero hicieron poco uso de él, y no pusieron bóvedas ni cúpulas en
sus edificios.
Con el tiempo, los arquitectos griegos fueron
afinando las proporciones y los detalles de sus templos. Muchos consideran que
el Partenón de
Atenas, de los arquitectos Ictíneo y Calícrates,
es el templo que mejor expresa el deseo de Belleza de los griegos.
En los templos griegos
los ornamentos se
circunscribían a unos espacios prestablecidos, de conformidad con el orden arquitectónico del edificio. Se
decoraba en los capiteles, el friso y la cubierta. Quedaban lisos la basa, el arquitrabe y
las paredes.
La mayor parte del conocimiento actual de la
arquitectura griega proviene del período arcaico tardío (550 - 500 a. C.), la
época de Pericles (450 - 430 a. C.), y el periodo puramente clásico (430 - 400
a. C.). Los ejemplos griegos son considerados junto a los períodos helenístico
y romano (puesto que la arquitectura romana es una interpretación de la
griega), y fuentes escritas tardías tales como Vitrubio (siglo I). Como
resultado, queda una fuerte tendencia hacia los templos, los únicos edificios
que sobreviven en un número significativo.
Período arcaico tardío
Es la primera etapa. Tiene varias fases. Comienza a
principios del primer milenio antes de Cristo y se cierra en el primer tercio
del siglo V a. C.
La arquitectura, definida como edificaciones
ejecutadas según un diseño estético consciente, desapareció de Grecia desde
finales del periodo micénico (alrededor de 1200 a. C.) hasta el siglo VII a.
C., cuando la vida urbana y la prosperidad se recobraron hasta el punto de
poder emprenderse la edificación pública. Pero a partir de entonces muchos
edificios griegos durante el periodo de las colonizaciones (siglos VIII - VI a.
C.), se hacían de madera o adobe o arcilla, nada queda de ellos excepto unos
pocos planos sobre el terreno, y casi ninguna fuente escrita sobre esta
arquitectura temprana o descripciones de estos primeros edificios.
Alrededor del año 600 a. C., las columnas de madera
del antiguo Hereo de Olimpia sufrieron una transformación material, conocida
como «petrificación», en la que fueron reemplazadas por columnas de piedra.
Poco a poco, otras partes del templo fueron petrificadas hasta que todo él
estuvo hecho de piedra. Con la expansión de este proceso a otros santuarios,
los templos griegos y edificios significativos desde el siglo VI a. C. en
adelante, fueron construido en gran parte con piedra, y unos pocos ejemplos
afortunados han sobrevivido a lo largo de los siglos. La introducción de
paredes de piedra también permitió que los tejados con techo de paja fueran
reemplazados por tejas que actuaron como medio para mejorar la resistencia ante
el fuego.
En esta época se usaba el orden dórico, incluso el
jónico.
Ejemplo de la etapa de transición entre el período
arcaico y el clásico es el templo de Poseidón, en Paestum, de planta
rectangular, períptero y hexástilo.
Período clásico
Es la segunda etapa, que se corresponde con los siglos
V y IV a. C.
Como la pintura y la escultura de la época, la
arquitectura griega de la primera mitad de la Antigüedad clásica no era «arte
por el arte» en el sentido moderno. El arquitecto era un artesano empleado por
el estado o por un rico cliente privado. No se distinguía entre el arquitecto y
el constructor. El arquitecto diseñaba el edificio, contrataba a los obreros y
artesanos que lo construían, y era responsable tanto de su presupuesto, como de
su acabado a tiempo. No disfrutaba del estatus noble que tienen los modernos
arquitectos de edificios públicos. Incluso los nombres de los arquitectos son
desconocidos antes del siglo V a. C. Un arquitecto como Ictíneo, que diseñó el
Partenón, que hoy en día sería considerado un genio, era tratado en vida tan
sólo como un comerciante experto y muy valioso.
Supone el apogeo de los órdenes dórico y jónico.
Período helenistico
Es la tercera y última etapa del arte griego. Se extiende
desde el siglo III a. C. hasta mediados del siglo II a. C., tomándose como
fecha simbólica de cierre el año 146 a. C., cuando la ciudad de Corinto es
conquistada por los romanos.
El peso del desarrollo artístico se trasladó hacia
Oriente. En esta época se desarrollaron grandes construcciones en Pérgamo
(Altar de Zeus), Rodas y Alejandría. De esta época es el Mausoleo de
Halicarnaso.
Lo más destacado son los proyectos urbanísticos como
los de Hipodamo de Mileto, con organizaciones en cuadrículas, ejemplo que fue
seguido en siglos posteriores.
Se abandonó el severo estilo dórico.
El
segundo tipo de edificio griego en orden de importancia, después de los
templos, son los teatros, siendo los primeros edificios en Occidente destinados
a espectáculos. Cada ciudad griega contaba con uno.
Teatro
griego en Epidauro.
El
Teatro de Herodes Ático, Atenas.
Los
teatros se usaban tanto para reuniones públicas como para interpretaciones
dramáticas. Estas actuaciones se originaron como ceremonias religiosas
vinculadas con el culto a Dionisos; evolucionaron hasta asumir su estatus
clásico como la más alta forma de cultura griega en el siglo VI a. C. (véase
Teatro griego).
Se
construían al aire libre, sobre una colina en las afueras de la ciudad. Las
gradas tenían forma semicircular y se asentaban en la ladera de un cerro. De
esta forma aprovechaban la inclinación natural del terreno, para permitir que
todos los espectadores vieran el escenario sin obstáculos y sin necesidad de
alzar grandes y costosas estructuras arquitectónicas. Conseguían teatros que
podían acomodar hasta 15.000 espectadores, cifra que aun hoy parece muy grande
(los teatros actuales más grandes tienen menos, y ni siquiera los teatros
romanos llegaron a ese tamaño). A este graderío semicircular se le llama
Koilan, Cávea o theatron. A partir del siglo IV a. C. se realiza en piedra.
Las
gradas estaban en torno a un círculo central, llamado orquesta (orchestra).
Tenía el suelo de tierra. Allí se colocaban los músicos, se bailaba y se
situaba el coro que relataba la acción de la obra y actuaban mientras los
actores se cambiaban e incluso junto a estos. A veces en la orquesta se
colocaba la thyméle, el altar del dios Dioniso.
El
escenario quedaba detrás de la orquesta, y estaba cerrado por un sencillo muro.
No obstante, con el tiempo se diferenció el proscenio (proskenion) y la escena
(skené), actuando los actores en el primero y dejándose la segunda para
almacén, vestuario y telón de fondo. En principio estaba al mismo nivel que la
orquesta y luego se elevó.
En
los laterales estaban los parodos o parodoi, pasillos que separaban el
auditorio de la escena.
Es
en la época clásica cuando los edificios de los teatros se fueron haciendo más
importantes. Se considera que el más antiguo es el de Dioniso en la falda de la
Acrópolis de Atenas, pues su construcción se inició en el siglo VI a. C. No
obstante, su aspecto actual se corresponde con la transformación sufrida en el
siglo IV, cuando la anterior construcción rudimentaria se sustituyó por otra de
piedra equiparable a los de Delfos o Epidauro.
De
los teatros que sobreviven prácticamente intactos, el más conocido es el de
Epidauro, erigido por Policleto el Joven alrededor del 350 a. C. Es el mejor
conservado, y en él se puede apreciar un espacio circular para el coro y el
graderío sin divisiones. Ya en la Antigüedad fue considerado el más bello «por
su armonía y belleza» (Pausanias). Cuenta con una acústica excepcional; tiene
una capacidad para 14.000 personas.
Distintos
de los teatros son los odeones (odeion), de menor tamaño, y destinados a
recitales musicales. Tenían planta cuadrangular, con varias hileras de columnas
soportando la cubierta, y varios pórticos. Entre los que quedan está el odeón
construido cerca del teatro de Dioniso en la Acrópolis.
Los griegos fueron quienes
desarrollaron en mayor medida la función ornamental de la columna, elemento
arquitectónico ya existente con anterioridad. Fueron ellos quienes fijaron unas
normas o cánones de composición arquitectónica en tres estilos (u órdenes
clásicos): dórico, jónico y corintio, aunque los dos primeros son los
principales. Durante el período helenístico apareció el capitel compuesto.
Posteriormente, los romanos asumieron esta tipología, aunque introdujeron
algunas variantes.
La columna consta de basa, fuste y
capitel. Sobre las columnas se asienta el entablamento, que consta de
arquitrabe, friso y cornisa. Sobre las fachadas principales, formados por el
tejado a dos aguas, están los frontones. Estos estilos se conocen sobre todo
por los diferentes capiteles de las columnas, pero hay diferencias en la mayor
parte de los elementos de diseño y decoración entre los órdenes, como la
proporción alto/diámetro de la columna y las formas del entablamento.
Los propios griegos usaron los
nombres de dórico y jónico, lo que reflejaba su creencia de que los estilos
descendían de los griegos dorios y jónicos de la Edad Oscura, pero es
improbable que esto sea cierto.
Orden dórico
El estilo dórico es el más rudo y
se empleaba en exteriores, especialmente de los templos dedicados a los dioses
varones.
Este estilo clásico responde a una
de las dos raíces del arte griego, la doria, que está en relación con las culturas
de los metales europeas. Su decoración se caracteriza por preservar la mayor
austeridad posible. Suele estar asociado a divinidades masculinas. El pedestal
está formado por una grada de tres escalones, los dos inferiores se denominan
estereóbatos y el superior estiló bato. No tiene basa. Tiene de 16 a 20 estrías
longitudinales conocidas que son aristas vivas. Tiene un ensanchamiento en su
centro, conocido como éntasis.
Entre otros rasgos estilísticos, se
caracteriza por un capitel de gran sencillez, formado por collarino, equino y
ábaco cuadrado, así como por un friso en el que se alternan metopas y
triglifos; el entablamento lo completan el arquitrabe, el friso y la cornisa.
El arquitrabe dórico es como una gran viga recostada sobre las columnas, carece
de decoración. En el friso sí existe decoración donde se alternan los triglifos
y las metopas. La cornisa sobresale del friso y está decorado con túmulos. Las
columnas son esbeltas y carecen de basa. El estilo dórico era más formal y
austero.
Se cree que tuvo su origen en las
construcciones en madera, cuyas formas pasan a la piedra. Así, los triglifos
responderían a las cabezas de las vigas transversales en las construcciones de
madera.
El estilo dórico se usaba en la
Grecia continental y de allí se difundió por las colonias griegas en Italia. La
mayor parte de los templos que se conservan de época griega pertenecen a este
estilo: el de Hera en Olimpia (600 a. C.), el de Apolo en Corinto (540 a. C.),
los de Paestum (siglo VI a. C.), el de Apolo en Delfos (520-500 a. C.) y el
Hefestión y los Propileos (437-432 a. C.) en Atenas. Se considera que el estilo
culmina con el Partenón de Atenas (447-438 a. C.), templo octástilo y
períptero. En su construcción participaron el arquitecto Ictino y su ayudante
Calícrates. Destaca la decoración de sus frontones y del friso, obra de Fidias.
Una explosión del año 1687 destruyó en parte este templo.
Orden jónico
El estilo jónico se empleaba en
interiores o en exteriores de templos dedicados a divinidades femeninas.
Resultaba elegante y refinado frente al dórico, por lo que se asociaba con la
gracia y delicadeza de lo femenino. Era más relajado y decorativo que el dórico.
Este segundo estilo clásico se
relaciona con la otra raíz del arte griego, la jonia, en relación con Asia
Menor. Se usó en las ciudades de Jonia (hoy costa occidental de Turquía) y
algunas islas del Egeo. El orden jónico se hizo preponderante durante el
período helenístico, pues es más decorativo y apropiado a la estética de este
período que el más severo dórico. La documentación demuestra que la evolución
del orden jónico se encontró con resistencias en muchos estados griegos, pues
entendían que representaba el dominio de Atenas.
El rasgo más representativo de este
estilo es el capitel con dos volutas o espirales encuadrando el equino. Del
entablamento destaca el hecho de que el arquitrabe, que se muestra usualmente
descompuesto en tres fajas horizontales, llamadas platabandas y que el friso
sea una banda continua, sin metopas ni triglifos. Las columnas son más esbeltas
y ocasionalmente son sustituidas por estatuas de muchachas llamadas cariátides,
como ocurre en el Erecteión.
Al orden jónico pertenecen dos
templos construidos en la Acrópolis de Atenas: el de Atenea Niké (427-424 a.
C.) y el Erecteión. El Erecteión es un triple templo, con las cariátides
jónicas. Algunos de los edificios helenísticos mejor conservados, como la
Biblioteca de Celso, pueden verse en Turquía, en ciudades como Éfeso (templo de
Artemisa) y Pérgamo. Pueden citarse los templos de Atenea Polias en Priene y el
de Apolo en Dídima.
Orden corintio
Al igual que el estilo jónico, el
corintio se empleaba en interiores o en exteriores de templos dedicados a
divinidades femeninas, sin embargo su capitel se encuentra decorado con hojas
de acanto, y su friso puede estar decorado o no. El estilo corintio, más
ornamentado, fue un desarrollo tardío del jónico en el siglo V a. C.
Es el más ornamentado o recargado.
Destaca como rasgo estilístico el capitel en forma de campana invertida o
cesta, en cuya parte inferior hay una doble fila de hojas de acanto, de las
cuales surgen unos calículos o tallitos que se en roscan en las cuatro esquinas
y en los centros.
Entre los templos de este orden,
destaca el de Zeus Olímpico en Atenas (174 a. C.). También cabe mencionar la Linterna
de Lisícrates en Atenas, monumento conmemorativo que fue encargado por el poeta
Lisícrates para exponer el trofeo obtenido en un certamen de teatro.
Romana
La arquitectura de la Antigua Roma es probablemente uno de
los testimonios más significativos de la civilización romana. Se caracteriza por lo grandioso de las
edificaciones y su solidez que ha permitido que muchas de ellas perduren hasta
nuestros días. La organización del Imperio Romano normalizó las técnicas
constructivas de forma que se pueden ver construcciones muy semejantes a miles
de kilómetros unas de otras.
La arquitectura romana tiene su origen en la etrusca, sumada a influjos de la griega, sobre todo después de las guerras
púnicas y por lo
tanto, presenta rasgos de ambas. Hoy se hace datar la arquitectura romana de la
fecha en que se construyeron la primera vía y el primer acueducto .Por esta época y durante las
conquistas de Roma en Sicilia y en la misma Grecia, los generales
romanos solían llevarse como trofeo de sus victorias gran cantidad de objetos
artísticos. Por otro lado, los artistas griegos y etruscos, atraídos por el
poder económico de la señora del Mediterráneo, llevaron a Roma el gusto e
incluso la pasión por las Bellas Artes y en estas escuelas formaron sus
artistas propios.
El periodo de
esplendor del arte romano abarca los dos primeros siglos del Imperio.
Pero ya a principios del siglo II de nuestra era, , se inicia la
decadencia del buen gusto que se acentúa en el siglo III y se confirma en el siglo IV por efecto de cierto barroquismo o
irregularidad y pesadez en los estilos aunque aumente el fasto y la magnitud de
las obras. Pero la arquitectura, en cuanto arte de construir sigue
desarrollándose hasta la invasión de los bárbaros, por lo menos, en los
principales centros de cultura. Pruebas de esto son las grandes basílicas de Roma construidas en el siglo IV, no
sólo las destinadas al culto cristiano, sino también las civiles. Los restos de
la colosal basílica civil de Constantino (también llamada de Majencio) que todavía se alzan en Roma,
sirvieron como fuente de inspiración a los arquitectos del renacimiento en el siglo XVI.
Los romanos emplearon
profundamente el arco y
la bóveda. Ésta no se forma
con dovelas de piedra aparejada (salvo en algunas
construcciones asiáticas), como se disponía en la bóveda etrusca, sino de una masa
confeccionada con puzolana y cascajo. Las bóvedas solían tener gruesos arcos de
ladrillo, ya paralelos, ya diagonales pero embebidos en la bóveda misma, que
servían como sujeción provisional y como refuerzo interior de la bóveda. Un
ejemplo soberbio es la cúpula del Panteón de Agripa en Roma.
Los romanos, no sólo
construyeron bóvedas de cañón y cúpulas, sino rudimentarias
bóvedas de arista y de crucería. Pero estas últimas debieron usarse con poca
frecuencia fuera del Imperio de Oriente pues sólo se conocen las de las Termas de Caracalla y las de la Basílica de Majencio en la
cual se advierte un sistema de contrarrestos interiores aplicados a la bóveda.
También empezaron a aparecer en la arquitectura romana los capiteles
historiados que tanto se hicieron en la Edad Media,
pues de ellos se han descubierto algunos ejemplares en Pompeya y otros sitios.
Los edificios
romanos, según su uso, podían ser muy sobrios o muy suntuosos. Puentes y
acueductos son austeros y funcionales, mientras que templos y palacios son
lujosos y monumentales, con un claro fin representativo. Las edificaciones más
nobles se revestían de piedra formando órdenes, que no reflejaban la estructura
interior real. Se decoraban los muros de los edificios suntuosos con pinturas y
los pavimentos con mosaicos.
Órdenes
de la arquitectura romana
La arquitectura romana adaptó los tres
órdenes griegos y el llamado etrusco modificándolos y añadiéndoles otra forma
de capitel que se definió por los arquitectos renacentistas con el nombre de
orden compuesto. De esta suerte, se cuentan cinco órdenes, a saber:
- el orden
toscano o etrusco que
permanece básicamente igual.
- el orden dórico romano que
eleva su columna a dieciséis módulos, adorna su collarino o
garganta, añade un talón al ábaco, tiene el astrágalo en forma de junquillo
que rodea al fuste y debajo de la corona de la cornisa lleva dentículos o mútulos.
Esta última diferencia le constituye respectivamente en las variantes de
dórico denticular y dórico modillonar, según los arquitectos del
renacimiento.
- el orden jónico romano, que
adorna más su capitel que el griego, reduce la magnitud de sus volutas,
suprime en ocasiones el astrágalo y eleva la altura del fuste.
- el orden corintio romano, se
ostenta más florido aún que el griego y en él abunda, sobre todo, la hoja
de acanto. De ésta, lleva dos o tres series el capitel,
dobladas hacia adelante y además de los dentículos admite series de
modillones adornados para sostener la cornisa.
- el orden compuesto, que llegó a
ser el predilecto de los romanos no difiere del corintio sino en
engarzarse más los adornos y en alguna modificación accidental del
capitel: éste se constituye por hojas de acanto sin calículos y con cuatro
volutas que salen por encima del cuarto de bocel de modo que parece
compuesto de jónico y corintio.
·
La
arquitectura romana adoptó con frecuencia la superposición de un orden
arquitectónico a otro diferente en un mismo edificio, quedando el más sencillo
y robusto debajo del más elegante y delicado, según es de notar en el grandioso Coliseo romano.
·
Fueron
modelos de dichos órdenes en Roma:
- el Templo del Capitolio y
el Foro Romano, del toscano
- el Templo de Marte y
el Teatro de Marcelo, para el dórico
- parte del Teatro de Marcelo, el
Templo de la Fortuna viril y el de la Concordia para el jónico
- el Panteón de Agripa y el Templo de Antonino y Faustina,
en el corintio
- el Arco Triunfal de Tito y
de Vespasiano y el
de Septimio Severo, en el orden
compuesto
- el Coliseo de Vespasiano de
tres órdenes a la vez: dórico, jónico y corintio
·
En las
colonias romanas se usaron también los mismos órdenes pero, generalmente, con
menor perfección y con más alteraciones que en el de la metrópoli. Son muy
celebrados entre otros edificios:
- el anfiteatro y el templo de
Roma y Augusto en Nimes (Maison Carrée)
- la Puerta negra en Tréveris
- el Templo de Vesta en [etapa
pontificia]+
- el Arco de Trajano en Ancona y
en Benevento
- el palacio y el mausoleo de
Diocleciano en Spalato (hoy, catedral)
- los templos de Baalbeck y
de Palmira en Líbano y Siria respectivamente
Tipologías arquitectónicas
en roma
Los romanos recibieron diferentes tipologías que modificaron o adaptaron a
sus gustos o necesidades, desarrollando algunas gracias a nuevas técnicas.
Entre estas podemos señalar la domus, el templo, el teatro y
los monumentos funerarios. Además desarrollaron otras nuevas como:
·
Basílicas.
Eran palacios de justicia y también lonjas, las cuales tenían planta
rectangular con su pronaos o pórtico, sus naves (central y laterales) para el
público, su transeptum o chalcidicum para los abogados su absis o exedra para
el tribunal, sus entradas principal y laterales y sus tribunas o galerías,
sobre las naves laterales, con vistas a la central.
·
Arcos
triunfales. Se dedicaban a honra de algún vencedor glorioso y se
derribaban luego de haber pasado él en triunfo haciéndose permanentes los
construidos durante el Imperio. También se elevaban estos monumentos lo mismo
que las columnas u obeliscos en conmemoración de otros hechos gloriosos.
·
Termas o
edificios de baños para el servicio público.
·
Circos.
Servían para las carreras de carros como los griegos hipódromos pero tenían una
espina o muro coronado de estatuas a lo largo de la línea media.
·
Naumaquias.
Eran anfiteatros cuyo fondo se llenaba de agua para representar combates
navales.
·
Puentes y Acueductos.
·
Calzadas.
Bien fundadas y sólidamente empedradas (ya con anchas losas, ya con menudos
cantos) que partiendo de Roma llegaban hasta los extremos del Imperio con sus márgenes o aceras algo elevadas,
sus columnas miliarias para
señalar las millas (los
miles de pasos), sus puentes, etc.
·
Foros
Asimismo,
edificaron tipologías ya conocidas pero reinterpretadas:
·
Los Templos: los
romanos dispusieron los templos de una manera similar a los de los griegos (si
bien se adoptó mucho más que entre ellos la rotonda) hasta que al fin se
modificaron disminuyendo el número de columnas exteriores o sustituyéndolas por
pilastras abovedando las naves pero sin acusarse al exterior la bóveda ni el
arco en los templos rectangulares.
Había dos tipos:
- Planta circular
·
Sepulcros.
Unas veces consistían sencillamente en una estela o cipos
funerarios esculpidos o una simple lápida sobre
el nicho que guardaba los restos y otras sobre todo durante el Imperio fueron
suntuosos mausoleos como
la mole Adriana (hoy castillo de Santángelo) y la tumba de Cecilia Metela, en
Roma. También llegaron a formarse prolongadas series de sepulcros a lo largo de
caminos como es muy de notar en la Vía Apia y
verdaderos panteones de familia y enterramientos subterráneos con nichos
agrupados o en filas que se llamaban columbarios conteniendo cada uno de éstos la urna cineraria de barro cocido o
de piedra con relieves y con la inscripción correspondiente.
·
La Vivienda: la casa romana
primitiva era de planta más o menos rectangular, tenía un patio en el centro (atrium) al que se abrían los locales.
Las casas eran en medianería, y los tejados vertían sus aguas hacia el atrio, que solía tener
debajo un aljibe,
para guardar el agua. El local principal era el tablinium, donde se guardaban los archivos familiares y los
dioses familiares (penates).
Solía estar en la fachada del atrio enfrentada a la entrada, pero con el eje de
la entrada desviado para que no pudiera verse la puerta desde la calle. Más
adelante, por un pretendido influjo griego, se abrió otro patio en la parte
posterior, el peristilo,
en Latín PERISTYLVM (literalmente, rodeado de columnas).
arquitectura de Grecia y roma
diferencias
Aunque los romanos pidieron prestado en gran medida de la arquitectura
griega, habían desarrollado su propio estilo distintivo en el siglo V antes de
Cristo. Cada uno de los dos estilos tiene diferencias distintivas. Los griegos
implementaron los órdenes de los edificios llamados dórico, jónico y corintio,
con la mayoría de los edificios de planta cuadrada con frontones triangulares y
ventanas simétricas. Por otra parte, los romanos desarrollaron grandes
edificios mediante el uso de arcos y bóvedas como apoyo. Sin embargo, ambos
estilos se pueden diferenciar del otro con bastante facilidad.
ESCULTURA GRIEGA Y ROMANA
GRIEGA:
La escultura de la Antigua Grecia alcanzó el ideal de la belleza artística hasta donde pudo llegar por
sí solo el ingenio humano. Aunque Grecia floreció en todas las Bellas Artes,
ninguna le distingue tanto como la escultura. el arte griego comienza una gran difusión hacia el oriente, de donde recibió influencias, cambió su carácter y se convirtió en cosmopolita, en la etapa conocida como el periodo helenístico. Es en ese momento cuando se consolida la tradición del clasicismo griego, tomando al hombre como la nueva medida del universo, y cuyo reflejo en la escultura es la primacía absoluta de la representación del cuerpo humano desnudo
Cultivó el arte de la Antigua Grecia todos los géneros de escultura,
adoptando con predilección el mármol y el bronce como material escultórico y tomando
como asuntos principales los mitológicos y los guerreros a los cuales añadió en su última época
el retrato de personajes históricos.
Forman su característica en los mejores
tiempos del Arte (los de Fidias) la
expresión de la realidad idealizada,
la regular proporción orgánica, el alejamiento de lo vago y monstruoso, la
precisión en los contornos y detalles, la armonía y belleza en las formas y la
finura en la ejecución.
La escultura griega se divide en cuatro periodos históricos bien delimitados a los cuales precede el protohistórico o minoico y micénico. En éste, se desarrolló por espacio de unos veinte siglos (desde el año 3000 al 1100 a. C. aproximadamente) un arte rudimentario pero lleno de vida y movimiento que modeló el barro y trabajó la piedra, el marfil, el hueso e incluso el oro, el plomo y el bronce, produciendo relieve, grabados, entalles mitológicos en piedras finas y pequeñas estatuas e idolillos. Aunque labrados con cierta tosquedad, se presentan a veces con admirable corrección en el dibujo que parece recordar el arte de los cazadores del reno los cuales pudieron tener con la civilización egea algún lazo histórico.
Los cuatro períodos arqueológicos que tras un prolongado silencio artístico
siguieron al micénico se distinguen del siguiente modo:
1. El período
de formación, desde aproximadamente el 620 a. C. al
540 a. C.
2. El período
arcaico, desde el 540 a. C. al 460 a. C.
3. El período
de perfección o clásico,
hasta finales del siglo IV a. C.
4. El período
de difusión, que algunos llaman de decadencia, después de Alejandro Magno hasta la conquista de Grecia por Roma, de 323 a. C. a 146 a. C.
PERIODO DE
En este primer período después de los rudimentarios
ídolos de madera llamados xoano, planos por delante y por detrás y redondeados
en los bordes, descubiertos en Delos (atribuidos al mítico Dédalo) y después de
las primeras estatuas de mármol de tosco labrado y a modo de columnas, va
recorriendo el arte un camino de progreso que empieza en las escuelas
jónico-asiáticas de Samos y Quíos (islas de Asia Menor) y sigue en la dórica
Sición (Peloponeso) a principios del siglo VI. Las jónicas se distinguen por
cierta elegancia y simetría en el plegado de los paños como es de ver en las
diferentes Artemis (o Dianas primitivas) que son obras principales de dichas
escuelas. La dórica, por la robustez y el aspecto varonil de sus figuras y unas
y otras por los reflejos de la tradición asiática en que debieron inspirarse,
imitando modelos de procedencia oriental, traídos por el comercio. No obstante,
en la escuela dórica se hace menos visible el influjo asiático y se revela ya
por el espíritu de independencia sobre todo, en la talla de sus Apolos desnudos
y de aspecto varonil. En los relieves de este periodo se advierte por lo
general la misma técnica de los asirios arriba mencionada.
PERIODO ARCADIO
PERIODO ARCADIO
se caracteriza por la independencia que el
arte griego, ya formado, va realizando respecto de imitaciones orientales y por
el tipo atlético dado a sus estatuas que en su gran parte representan a los
vencedores en los juegos olímpicos aunque se llamen Apolos.
Esta última y quizás
también la de Agina más bien deben llamarse escuelas
áticas de influencia dórica pues seguían la tradición jónica en el plegado de
los paños con
bastante finura y exceso de simetría.
Las escuelas propiamente dóricas se reducen a las tres primeras ciudades de la
lista como situadas en el Peloponesio, las cuales forman la llamada escuela argivo-sicionia, que labró las
estatuas atléticas de bronce. En Asia Menor y las islas del mar
Egeo continúan vivas
en este periodo las imitaciones orientales y en todos los centros nombrados aún
se observa alguna rigidez, uniformidad y falta de expresión en las figuras con
cierta sonrisa amanerada e inexpresiva lo cual es distintivo del periodo
arcaico.
En la escultura
griega arcaica se mantienen aún los rasgos hieráticos y rígidos con composiciones
geométricas y cerradas respetando la ley de frontalidad. Se creó un
convencionalismo formal de la figura tendente a su geometrización con los
brazos rectos y pegados al cuerpo (a excepción de las mujeres con brazos en
posición oferente), la anatomía muscular marcada de forma esquemática y un pelo
largo y recto con corte rectangular que enmarca unos ojos almendrados y una
orejas en forma de voluta que
recordarían al orden jónico arquitectónico. Las vestimentas de las
mujeres eran policromadas y con motivos geométricos.
Su evolución haría
que las formas se estilizaran y se pulieran las más toscas y rectas en la época
clásica.
Ejemplo de este tipo
de escultura del período pre clásico griego es el kurdos, procedente
del Asclepeion de Paros, mármol pario, h. 540 a. C., Museo del
Louvre, con la típica sonrisa
arcaica o eginética.
Otra muestra de este periodo es la conocida como
PERIODO CLÁSICO
En este se señala el apogeo de la escultura, siendo Fidias el
que a mediados del siglo V a. C. la llevó a su esplendor. Pero antes
forman una especie de transición los escultores Calamis y Mirón,
los cuales vencen la rigidez del anterior periodo dando a las figuras
delicadeza y gracia el primero y expresión de movimiento el segundo. Fidias,
condiscípulo de Mirón en la escuela de Agéladas (de Argos),
se celebra como escultor de los dioses pues nadie como él en el mundo antiguo
supo dar a sus creaciones artísticas actitud noble y serena y sello de lo
divino sin que le hiciera falta para ello el simbolismo.
Obras suyas fueron entre otras:
·
las estatuas criso elefantinas (de oro y marfil) y la
estatua de Zeus (Júpiter) para el templo
de Olimpia
·
las estatuas de Atenea o Minerva para el Partenón de Atenas. Esta
estatua se dice que medía unos doce metros sobre su pedestal
Es el de difusión se llama también alejandrino y
helenístico por corresponder a la época de helenismo abierta por Alejandro
Magno.
En él, las escuelas salen de Grecia y figuran principalmente en Pérgamo, Rodas, Tralles, Antioquía y Alejandría, distinguiéndose por su realismo, alguna exageración en las actitudes, predilección por las escenas trágicas o dolorosas y cultivo por el retrato. Son muy celebrados:
·
el grupo de Laos conté y sus hijos de la
escuela de Rodas, que hoy se halla en el Museo del Vaticano
·
el Toro Farnesio de
la escuela de Tralles
·
el Gálata moribundo de la escuela de
Pérgamo.
La escuela griega de Alejandría se distinguió por los
asuntos simbólicos o alegóricos y los rústicos o campestres que fueron objeto
de sus relieves o estatuas.
ROMANO:
La escultura de Roma, se desarrolló en
toda la zona de influencia romana, con su foco central en la metrópolis, entre los siglos VI a.
C. y V. En origen derivó de la escultura
griega, principalmente a través de la herencia de la escultura etrusca, y luego directamente, por contacto con las colonias de la Magna Grecia y la propia Grecia, durante el periodo helenístico. La tradición griega
siguió siendo una referencia constante durante todo el curso del arte
escultórico en Roma, pero contradiciendo una creencia antigua y extendida de
que los romanos eran sólo meros copistas, ahora se reconoce que no sólo fueron
capaces de asimilar y desarrollar sus fuentes con maestría, sino también
aportar una contribución original e importante a esta tradición, visible
especialmente en el retrato, género que
consiguió un gran prestigio y que dejó ejemplos singulares de gran técnica y de
alta expresividad, y en la escultura decorativa de los grandes monumentos
públicos, donde se desarrolló un estilo narrativo de gran fuerza y carácter típica mente romano.
Tras la consolidación
del imperio
romano, otras influencias extranjeras, sobre todo orientales,
determinaron una progresiva separación del canon griego hacia una simplificación formal
de tendencia abstracta, que estableció las bases del arte
bizantino, paleocristiano y medieval.
Este proceso, sin embargo, se intercaló con varios períodos de recuperación del clasicismo,
que además de fortalecer el vínculo simbólico con el pasado fueron útiles para
el mantenimiento de la cohesión cultural y política del vasto territorio. Ni
siquiera la cristianización del imperio pudo determinar la exclusión
de referencias a la escultura clásica romana pagana, y hasta el siglo V, cuando
la unidad política se rompió definitivamente, los modelos clásicos siguieron
siendo imitados, pero adaptados a los temas del nuevo orden social, político y
religioso que se había instaurado.
El estudio de la
escultura romana ha demostrado ser un desafío para los investigadores por su
evolución que es cualquier cosa menos lineal y lógica. Los intentos de imponer
un modelo de desarrollo formal como un sistema orgánico sobre la historia de la
escultura romana se muestran inexactos y poco realistas. A pesar de algunos
desacuerdos entre los especialistas en muchos puntos, ya se tiene una idea más
o menos clara sobre las características generales de cada etapa evolutiva,
pero, cómo fue su desarrollo y cómo se transforman de una a otra etapa ha
demostrado ser un proceso muy complejo y que aún está lejos de entenderse bien.
Una tendencia duradera al historicismo y eclecticismo,
aún más pronunciada que la observada durante el helenismo,
junto con la presencia de diferentes estilos, en esculturas producidas en el
mismo momento histórico para distintas clases sociales, e incluso dentro de una
sola clase, atendiendo a las necesidades de cada tema y situación, hacen que su
comprensión sea aún más compleja.3
Además del gran
mérito intrínseco de la producción escultórica romana, el hábito generalizado
de copias de obras anteriores griegas y alusiones al clasicismo griego a lo
largo de toda su historia, incluso por los primeros cristianos, mantuvo viva
una tradición y una iconografía que de otra forma podrían haberse
perdido. Gran parte del conocimiento de la cultura y el arte de la Grecia
antigua, y más, la escultura romana —junto con la griega— tuvo una
importancia fundamental en la formulación de la estética del Renacimiento y el Neoclasicismo,
que confirma su vitalidad y significado incluso en los tiempos modernos, y es
considerado hoy como uno de los organismos artísticos más importantes de la
cultura occidental, como lo demuestra el gran número de estudios especializados
de que es objeto y de la fascinación que todavía tiene en el público en genera
Roma era una sociedad muy
visual. Con la mayoría de su población analfabeta e incapaz de hablar el latín
erudito que circulaba entre la élite, las artes visuales funcionaban como una
especie de literatura accesible a las grandes masas, lo que confirma las
ideologías y la difusión de la imagen de personalidades eminentes. En este
contexto, la escultura disfrutó de una posición privilegiada, que ocupaba todos
los espacios públicos y privados y llenaba las ciudades con innumerables
ejemplos de diversas técnicas. Gran parte de la escultura producida en Roma
pertenece a la temática religiosa o está relacionada de alguna manera. Incluso
los retratos a menudo tenían asociaciones con lo sagrado, como en todas las
culturas, Roma no fue diferente en la práctica para producir imágenes de culto,
que estaban presentes desde los grandes templos públicos hasta las viviendas
más modestas. No sólo las grandes esculturas en bronce y mármol se convirtieron
en algo común —las estatuas, grandes sarcófagos, relieves arquitectónicos,
camafeos grabados en las piedras preciosas—, pero aún más en estatuillas de
terracota, placas funerarias sencillas, máscaras mortuorias en cera, cuyo coste
estaba al alcance de las clases más bajas, y en las monedas, que pueden ser
vistas como una especie de relieve en miniatura y se encontraban entre la masa
del pueblo.
PINTURA GRIEGA Y ROMANA
GRIEGA:
la antigua Grecia un arte que se ha llamado prehelénico, conservadas tan sólo en ruinas de edificios de la época y sobre estuco, representando paisajes, acciones guerreras y ceremonias cortesanas o religiosas cuyas figuras aunque imperfectas revelan notable expresión y vida. En las decoraciones de vasijas se presenta raras veces la figura humana y siempre estilizada y de escasos detalles.
la antigua Grecia un arte que se ha llamado prehelénico, conservadas tan sólo en ruinas de edificios de la época y sobre estuco, representando paisajes, acciones guerreras y ceremonias cortesanas o religiosas cuyas figuras aunque imperfectas revelan notable expresión y vida. En las decoraciones de vasijas se presenta raras veces la figura humana y siempre estilizada y de escasos detalles.
En cuanto a la pintura griega, el conocimiento de sus
artistas se debe casi por entero a los antiguos historiadores, pues no se
conserva de ella ni un solo cuadro ni se conoce obra alguna de los famosos Zeuxis, Parrasio y Apeles,
considerados desde la antigüedad los pintores por antonomasia. Las obras
pictóricas griegas que al presente se conocen y conservan consisten únicamente
en decoraciones de ánforas y de otras elegantes vasijas salvo algunos mosaicos de
pavimento y placas de arcilla pintadas y sin contar las obras de pintura romana
en que intervino mano griega. Consta, no obstante, que los griegos pintaron
cuadros excelentes, por lo menos murales (cuyas copias pueden ser algunas
decoraciones de las grandes ánforas de lujo) y que emplearon los procedimientos
al fresco,
al encausto,
al temple y quizás al óleo.
Los asuntos representados en tales pinturas, a juzgar por lo que se observa en
las mencionadas vasijas, fueron escenas de la vida humana y tradiciones o leyendas mitológicas
y heroicas.
La pintura griega se divide en tres periodos (después
del cretense y micénico ya nombrados que pueden considerarse como
protohistóricos respecto de Grecia), a saber:
1. El de
formación y arcaico que
dura hasta el siglo V a. C., el cual se distingue por los resabios de
influencias asirias y egipcias que
revela en sus dibujos. La pintura de las vasijas correspondientes al primero de
dichos periodos suele ofrecer desde mediados del siglo VIII a. C. las
figuras de color negro sobre fondo amarillo o rojo (pues antes de dicha fecha
consistía en dibujos de estilo geométrico y figuras estilizadas)
El de
elegancia nacional, durante el
siglo V a. C. y parte del IV a. C. en que se emancipó la
pintura con Polignoto, seguido de Apolodoro, Zeuxis y Parrasio, muy correctos en
el dibujo, atribuyéndose al primero la invención del claroscuro.
Las vasijas de este periodo tienen las figuras rojas sobre fondo negro, siendo
excepción los célebres lecitos blancos de tenas que sobre fondo blanquecino
ostentan figuras polícromas.
3. El
alejandrino o de difusión desde
mediados del siglo IV a. C. hasta dos siglos más tarde en que fue
Grecia conquistada por los romanos. Las vasijas de este periodo que es la época
de las grande ánforas decorativas o de lujo continúa casi en lo mismo que en el
precedente pero con menor corrección y con cierto barroquismo en el dibujo
hasta principios del siglo II a. C. en que cesan las figuras pintadas
y se usan de relieve con uniforme color negro o rojo.
A principios de este último periodo rayó con el famoso
Apeles el arte pictórico en lo más alto a que pudo llegar ocupándose su pincel
en representar hazañas y gentilezas de la persona de Alejandro.
Pero muy pronto decayó el arte, parando en una especie de barroquismo debida
esta decadencia a la voluptuosidad y vulgaridad de los asuntos y a la misma
difusión y éxodo fuera de Grecia que realizaron los talleres o escuelas
principales e influyentes y que propiamente forman el periodo helenístico.
De todas las variaciones apuntadas, se guardan
elegantes muestras en los grandes museos de Europa y en ellas puede advertirse
que la tal pintura no pasa del simple género decorativo pues carece de
verdadera perspectiva y de claroscuro, determinándose los pliegues de la
vestimenta y demás lineamentos con rayas negras o de color rojo oscuro más o
menos gruesas según lo exige las figura y es frecuente representar la carnación
en las figuras sobre todo, las femeninas, con pasta de color blacom
a partir del siglo xv.
ROMANA:
La pintura romana se
confunden con los de su escultura y de tal modo se hallan en el arte helenista
que aun los ejemplares que de ella se conservan, sobre todo, los mejores, se
atribuyen hoy a mano griega si bien la escuela llegara por fin a romanizarse.
Los romanos admiraban la pintura griega tanto como la escultura, y animaban a
los artistas que trabajaban para ellos a hacer copias de obras griegas especialmente
famosas o populares. Los romanos tendían más que los griegos a decorar sus
paredes con pinturas murales, y aunque siguen la tradición griega, muestran en
sus pinturas un gran colorido y movimiento. Las pinturas, con figuras
individuales, grupos o paneles enteros, se reproducían, se adaptaban,
estropeaban o embellecían según el talento de los artistas y las exigencias del
cliente.
Los procedimientos usados en
esta pintura debieron ser el encausto, el temple y el fresco. Aunque se sabe
que los romanos desarrollaron la pintura sobre tabla, los restos pictóricos
conocidos más importantes son de tipo mural, frescos protegidos con una capa de
cera que avivaba los colores.
Sus géneros, el decorativo
de vajillas y muros y el histórico y mitológico en los cuadros murales. Y
aunque los descubiertos hasta el presente ofrecen más que todo un carácter
decorativo llegan a ser verdaderas composiciones pictóricas y se juzga con
fundamento que hubo también otros de pintura independiente a semejanza de los
actuales de tabla o de caballete. Se cultivaron con dicho carácter decorativo
mural el paisaje, la caricatura, el retrato, los cuadros de costumbres, las
imitaciones arquitectónicas y las combinaciones fantásticas de objetos
naturales constituyendo con estas últimas el género que los artistas del
Renacimiento llamaron grutesco, hallado en las antiguas Termas de Tito y que
sirvió al célebre Rafael como fuente de inspiración para decorar las Logias del
Vaticano. Hay que citar los retratos pintados. En el Egipto romano se descubrió
una excelente colección de retratos sobre tabla, realizados para ser colocados
sobre las momias. Igualmente en Pompeya, y pintados al fresco, se descubrieron
magníficos retratos como los del Panadero y su esposa, o el de una muchacha,
ambos en el Museo de Nápoles.
Mosaico de la batalla de
Isos, Casa del Fauno, Pompeya.
Destacó también el arte
pictórico de la civilización romana en el procedimiento del mosaico. No
obstante, y en general, el mosaico es usado sobre todo para suelos, siendo en
época bizantina cuando sustituya a los frescos en los muros. También en época
romana se encuentra el mosaico extendido a cuadros pensiles según lo revelan
algunos ejemplares que se guardan en los museos y abrazando en uno y otro caso,
asuntos y composiciones históricas. Se usaba para decorar interiores. Siguen
utilizando el opus tesselatum de origen griego, aportando como novedad el opus
sectile.
La miniatura sobre pergamino
fue otro género que estuvo muy en boga entre los bibliófilos romanos de la
época de Augusto, pero de ella no se han descubierto ni se conservan ejemplares
anteriores al siglo III de nuestra era.
Los principales monumentos
de pintura greco-romana que hoy existen se han extraído de las ruinas de Herculino, Pompeya, Stabia, el Palatino de Roma y de las necrópolis de El-Fayun, en
Egipto, además de los mosaicos descubiertos en numerosas ciudades que fueron
romanas. La mayor parte de las pinturas murales conocidas corresponde a casas
particulares y edificios públicos de Pompeya y Herculano, dos ciudades
italianas que estaban de moda y que fueron arrasadas por el volcán Vesubio en
el año 79 d. C., aunque también se han encontrado algunas pinturas en Roma y en
otros lugares. El Museo de Nápoles, centro principal de estudio para el arte
romano, conserva más de mil fragmentos de pintura al fresco, arrancados de los
muros de Herculano y Pompeya. Entre los más famosos cuadros murales de este
arte greco-romano se cuentan
el de las bodas al dobrandinas
(Museo Vaticano)
el de París juzgando a las
tres Diosas
el de Io libertada por
Hermes
el de Ceres en su trono (de
Pompeya, hoy en el Museo de Nápoles)
Entre los mosaicos, el de la
Batalla de Isso, en el referido museo napolitano con otros muchos. En cuanto a
miniaturas, las más célebres y de las más antiguas de sabor pagano son
los fragmentos de una Ilíada
del siglo III en la Biblioteca Ambrosiana de Milán
las cincuenta viñetas de de la biblioteca Vaticana que datan del siglo IV al V.
Romanizada la pintura
griega, tomó un carácter propio según puede verse en las decoraciones murales
de Pompeya que constituyen el llamado estilo pompeyano. Se distingue éste por
la delicadeza, gracia y fantasía del dibujo, sobre todo, en vegetales
estilizados, por la viveza del colorido por el realismo y la voluptuosidad en
las figuras y por cierto contraste de colores y luces tal que aproxima el
estilo al de la escuela impresionista moderna. Todo ello, aunque no sale del
género decorativo, refleja el espíritu de una sociedad bulliciosa, elegante,
frívola y voluptuosa.
La cerámica hispano-romana
carece de figuras pintadas y sólo las presenta en relieve y sin color distinto
del fondo como puede observarse en los llamados barros saguntinos.
Se han distinguido cuatro estilos pictóricos
diferenciados, y, por lo general, sucesivos cronológicamente; aunque a veces
pueden coexistir en el tiempo. Al haberse definido por los ejemplos conservados
en Pompeya, reciben
habitualmente el nombre de estilos pompeyanos ("primer estilo pompeyano",
"segundo estilo pompeyano", "tercer estilo pompeyano" y
"cuarto estilo pompeyano", respectivamente). Aunque también hacían
mucho uso de las figuras o representaciones geométricas, no las incluían
necesariamente en todo su arte.
Primer estilo o de incrustaciones
Tiene origen helenístico y corresponde a la segunda mitad del siglo
II a. C., extendiéndose hasta principios del siglo
I a. C. Destaca
por su decoración de paredes revestidas de mármol, donde la pared se
divide normalmente en tres bandas horizontales. La inferior juega el papel de
zócalo, la zona media se descompone a su vez en diversas capas de mármol, y la
superior consta de un friso corrido generalmente blanco que
completa la representación. Los mejores ejemplos de este tipo de pintura se
encuentran en la Casa del
Fauno y la Casa
de Salustio ambas Pompeya.
En Roma podemos destacar el palacio Flavio situado en el Palatino.
Segundo estilo o arquitectónico
Corresponde al siglo
I a. C., perviviendo hasta los comienzos del Imperio,
concretamente se extiende desde época de Sila hasta Tiberio, pasando por César y Augusto. Muestra un deseo
de abrir los muros a una cierta idea de la perspectiva con el propósito de ofrecer una
sensación de profundidad. Para lograr esto incluye las denominadas arquitecturas
pintadas sobre entablamentos, columnas, ventanas onichos, que conducen a un
paisaje imaginario. Buenos ejemplos son la casa de Augusto y la de Livia en Roma, pero sin duda el mejor
ejemplo es la Villa de los Misterios de Pompeya
.
.
Tercer estilo u ornamenta
Coincide con la
primera mitad del siglo I a. C. En esta fase desaparecen los efectos
espaciales arquitectónicos, y la decoración sigue enmarcando cuadros con
figuras o paisajes, como los de la villa aparecida bajo la Farnesina en Roma.
Hay una menor preocupación por dar profundidad a las escenas, aumentando por el
contrario los elementos de carácter decorativo, como ocurre por ejemplo en la casa
de Lucrecia. Por no pretender fingir el espacio tridimensional, a este
estilo también se le ha llamado de la pared real. Este estilo llega a
su fin en época de Nerón con la Domus Aurea como obra cumbre.
Cuarto estilo o
del ilusionismo arquitectónico
Corresponde a la
segunda mitad del siglo
I a. C., siendo una especie de síntesis de las tendencias
anteriores, dominadas por una escenografía fantástica donde se combinan los
motivos imaginarios y las perspectivas arquitectónicas, dentro de lo que
podíamos llamar barroquismo conceptual, donde se acentúan los espacios y
fingimientos ópticos. A estas pinturas se les da relieve por medio de estucos. Dentro de este
período se sitúan, ambas en Pompeya, la casa de Luceritos Froto o la casa de los Vettii, donde se aprecian
algunos rasgos del mundo egipcio, y en la que
destacan sus pinturas por las delicadas escenas con figuras de amorcillos. En
Roma son fabulosos los corredores pintados y las grandes salas de la Domus
Aurea que agrupa el tercer y cuarto estilo.